Compartimos entrevista a nuestro Miembro Honorario Internacional Ph.D Ismael Eduardo Pérez García, uno de los coordinadores del diplomado internacional en coordinación parental, realizado por la Asociación Colombiana de Criminología y Manual Moderno. Entrevista realizada por El Periódico de de Canarías.
La entrevista se debe a la desaparición de dos niñas de 6 y 1 años de edades, junto con su padre, después de cumplir el régimen establecido de visitas y estancias con el progenitor.
Fuente original entrevista: https://www.elperiodicodecanarias.es/una-familia-en-shock-necesita-apoyo-emocional-sin-hipotesis-ni-juicios/?fbclid=IwAR2FYj4n7q_STroHYZlxCX1oowvgv_GeTYwSLRicMUgqcXQlJJmYxX0K7xc
Entrevista:
Una desaparición brusca e inexplicable, como la ocurrida en Tenerife de un padre y sus dos hijas, puede dejar al resto de la familia en situación de «shock» y lo primero que deben recibir es apoyo emocional y no propiciar en su entorno juicios paralelos, conclusiones premeditadas o hipótesis destructivas.
Quien así se expresa es Ismael Pérez, miembro del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes del Colegio de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, y que indica en declaraciones, que en un caso de este tipo hay que evitar anticipar situaciones de dolor y por el contrario, se debe aplicar psicología de contención y desahogo emocional porque otra cosa «sería absurdo».
En general cuando hay una desaparición se activan los servicios de emergencias psicológicos porque son situaciones que generan alarma social y mediática y dejan a la familia «expectante».
Detrás de esto hay una familia «tremendamente angustiada» tanto en el caso de la materna como de la paterna, pero esta última pasa además a ser «señalada por la sociedad», estigmatizada, y esto provoca un rechazo y una situación de estrés emocional importante capaz de generar trastornos.
Lo primero que debe realizar un profesional en este ámbito es «no agobiar, no ofrecer ayuda si no se necesita y si sí lo demandan (los familiares), escuchar con empatía, a través del desahogo emocional, porque si están en estado de «shock» igual no quieren hablar o igual quieren dar gritos, agredirse o agredir a otras personas».
Por ello hay que preservar su salud física y emocional y después, favorecer su desahogo porque «no sabemos a lo que nos estamos enfrentando, no sabemos el desenlace y la imaginación puede que nos lleve y traiga por parajes absolutamente devastadores que, de cumplirse, crearían una situación nueva», añade el psicólogo.
Teniendo en cuenta la incertidumbre sobre lo que ha ocurrido, sí precisa el especialista que un progenitor que desaparece con sus hijos no puede ser calificado como «un loco», sino que responde a la actuación de una persona sometida a un estrés desbordante.
En general, la decisión de separarse provoca un profundo impacto en la familia y el fin de la vida matrimonial causa angustia al acabar con la estabilidad, y genera vulnerabilidad en todos los sentidos, añade.
Un divorcio implica para los adultos modificar su estructura familiar y sobre todo, la pérdida de su proyecto de vida y algunas personas se enfrentan a sentimientos devastadores que pueden dar lugar a un enojo descontrolado, a consumir su energía y a comportamientos peligrosos.
El psicólogo precisa que el 90 por ciento de las separaciones se resuelven de forma «más o menos amistosa», pero para un 10 por ciento generan conflictos importantes incluso hasta dos años después de la separación.
Y algunos progenitores preservan a sus hijos e hijas de las situaciones conflictivas pero otros los involucran «llevándolos al centro de la batalla, desprotegiéndolos y provocándoles serios trastornos emocionales» y, por desgracia, lamenta Ismael Pérez, las situaciones de violencia contra la mujer extensiva a los menores «son una realidad social a la que nos enfrentamos cada día».